Estamos en un negocio de servir, servir a quienes quieren vender, servir a quienes quieran comprar, servir a nuestros colegas, ya que al final somos proveedores de un servicio profesional que busca ayudar a las personas. Pero, ¿realmente lo vemos así?
Quiero compartirte una historia que escuche de uno de mis mentores Raimon Samsó y me marco por completo. Espero la disfrutes tanto como yo.
Hace algún tiempo, un rey quería tener un traje nuevo. Así que invitó al sastre del pueblo a su castillo, y le pidió que diseñara un traje para él.
Luego de reunirse con el rey, el sastre estaba feliz! pensaba en la fama que iba a ganar cuando le entregara el traje al rey. ¡Sería el sastre más reconcido en el reino! lo contactarían muchos clientes, y podría cobrar fortunas por sus trajes gracias a su cliente principal: el rey. Vendería tantos trajes que se ¡convertiría en un hombre millonario! podría viajar y disfrutar de su fortuna. En fin su vida cambiaría por completo...
Entonces llegó el día tan esperado, el sastre había terminado su trabajo con el traje y lo llevó al castillo para que el rey se lo probara.
Sin embargo, al rey no le gustó, y le pidió al sastre que regresara nuevamente cuando tuviera uno nuevo.
El sastre salió desilusionado del castillo, y en el camino se encontró con el sabio del reino al que le contó su historia. El sabio al escuchar al sastre, le preguntó:
¿En quién pensabas cuando hacías el traje?
Entonces el sastre recordo, que mientras compraba las telas, cuando lo diseño y confeccionó, él solo estaba pensando en sí mismo, y en lo que lograría al volverse el sastre del rey. En ningún momento pensó en si al rey le gustaría o no, o si los colores serian los mejores para él.
Entonces, el sabio el dijo: Ve nuevamente a tu taller, haz un traje para el rey, y aplica lo que has aprendido hoy.
Y así fue como el sastre, compró las nuevas telas pensando en cuál color y textura le lucirían más al rey y elaboró el traje pensando en que diseño sería más cómodo y favorable para el rey, hasta que por fin lo terminó.
Orgulloso de su nuevo trabajo, el sastre fue nuevamente al castillo para entregarle el traje al rey, y que grata sorpresa cuando a éste ¡le encanto! lo compró y le encargo 5 trajes más.
Así que hoy, quiero preguntarte en ¿quién piensas cuando atiendes a un cliente? cuando haces o recibes una llamada, cuando llevas a un comprador a una propiedad o te hacen una oferta por un inmueble.
Tienes en tu mente y corazón la comisión que vas a ganar, ¿como el sastre en su fama? o piensas en que la propiedad será las mejor y mas adecuada para tu cliente ¿como el sastre al diseñar nuevamente el traje?
Una vez entiendas que nuestro trabajo consiste en servir en base a los intereses de nuestros clientes, verás en tu negocio como el pago que son tus comisiones llegarán como consecuencia inequívoca de un servicio de valor prestado.
Muchas gracias por leerme y si te parece valioso el contenido de este blog y crees que le puede servir a otras personas te invito a que lo compartas y te suscribas para recibirlo en tu correo.
Un abrazo,
Diana
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